Hace unos minutos fui a buscar un refresco a la máquina de enfrente de la biblioteca y me dio por caminar por los pasillos desolados de la universidad. En varias partes del campus hay pequeños letreros que pasan desapercibidos a cualquier ojo que no esté atento, que cuentan la relación del campus con la historia de Singapur. Debe haber docenas de estos letreros regados por el campus, yo he leído al menos diez sobre discursos de Lee Kuan Yew, el judío más rico del oriente o de sauces centenarios.
Este post es sobre el que acabo de leer. Está junto a la cancha de fútbol, bajando las escaleras de las oficinas del vice-decano. Debo haber estado allí al menos doscientas veces sin haberme percatado del letrero. Lo tuve que leer hoy, a las dos de la madrugada, cuando la universidad estaba íngrima y oscura.
Voy a traducir el contenido íntegro, así es más interesante:
“Historias de fantasmas han sido reportadas alrededor del campus. Sonidos de soldados japoneses marchando de arriba a abajo por los corredores y luces encendiéndose y apagándose aleatoriamente han sido comunmente asociados con la tortura y las matanzas durante la ocupación japonesa.
“También había un ascensor en el Departamento de Zoología que funcionaba por sí mismo, manejado por el “espíritu residente”. Sillas y mesas son lanzadas alrededor de los salones, de acuerdo con estudiantes que se quedan a estudiar hasta altas horas de la noche. El fantasma de la infame mujer sin cabeza vestida de blanco también se pasea alrededor del upper quad”.
Desde que le conté a Cristina no va al baño sola. Me toca acompañarla cada vez (es decir, cada diez minutos). Cabe destacar que estamos en un aula justo frente al upper quad.
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