martes, 31 de marzo de 2009

Caleidoscopio


Desde el anterior post sobre Sri Lanka, Maletas II, hasta hoy, tres meses después, hemos atravesado media Asia. Viajar produce adicción, una sed insaciable por ver algo distinto. Un mes en China, país de dimensiones indescriptibles, fue el preludio de una llovizna de viajes cortos en el sureste asiático. Manila, una ciudad amorfa que muestra el caos del infructuoso camino a la industrialización, la ilustración de la metrópolis en vías de desarrollo. Guam, el aburrimiento hecho isla. Camboya y su Angkor Watt, que esconde entre sus ruinas en la selva lo que fue la ciudad más poblada del planeta hace un milenio. Kuala Lumpur, una flaca que se hizo las tetas. Malacca, el puerto seguro de Sandokán. Bangkok y su lujurioso frenesí, donde la prostitución y la espiritualidad conviven en armonía. Bali, la gran mentira de la publicidad post-moderna, llena de hinduismo en un país musulmán, donde lo que pasa entre sus nativos y sus turistas es más distante que VTV y Globovisión. El regreso constante a Singapur, la mejor ilustración de la paradoja post-moderna. Tanto viajar en tan poco tiempo equivale a ver el mundo constantemente a través de un caleidoscopio.


No tengo idea qué rincón del planeta nos espera ahora, lo que sé es que puede ser cualquiera.