martes, 26 de agosto de 2008

Cebolla

No me gusta la cebolla. Nunca me ha gustado. Generalmente, cuando como en la calle, ordeno algo que no tenga cebolla, pero a veces se me escapa. El problema es que creo que tengo la mente demasiado abierta, cuando veo la cebolla en mi plato no tiendo a apartarla sino a comérmela, esperando que esta vez sí me guste. Tristemente, nunca me gusta.

domingo, 24 de agosto de 2008

Concentración

No me concentro. No culmino lo que empiezo. Por eso me he forzado a experimentar un proceso de cambio un tanto litúrgico. ¿Es liturgia esto? Si lo es, todo está bien, vamos encajando las piezas.

Esta liturgia de la concentración es un paso con doble filo, corta con el ritual, hiere con la razón sublimada, buscando la inspiración. Espero no encontrar más bien al instinto y confundirlo.

Hablo de cortes y heridas, pero ¿quién es el herido? ¿Estoy acaso cometiendo un acto de autodestrucción? Tal vez, depende de mi deber ser. Destruyo, luego construyo. ¿No debiera acaso construir sobre lo que ya existe? Pues algo debo limpiar el terreno, no todo es flores en un jardín.

Me faltan, sin embargo, otros dos cortes en los que debo trabajar. El trabajo por el trabajo, como un fin en sí mismo, es uno. Entender, y para ello entender que no entiendo, es el otro. Por ahora, trato de concentrarme, tal vez eso me sirva para seguir cortando y sembrando, y así eventualmente cosechar trabajados frutos del entendimiento de la ignorancia. Me concentraré en un ritual para comerlos y rogaré que no sean como la manzana de la discordia.

Espero que el esfuerzo no se desvanezca, al menos no sin dejar algún fruto, manzana o pera, mango no estaría mal.

jueves, 21 de agosto de 2008

Aldea global

Ningún país en la tierra me ha parecido, hasta ahora, realmente único. Cada cual es una mezcla de elementos comunes, unos con más de esto y otros con más de aquello. Pero las gentes son todas gentes, las montañas son todas montañas, y lo es también el mar.

En Bali, Indonesia, hay una danza religiosa sobre la candela, donde hombres en trance bailan descalzos sobre tizones encendidos, como en Sorte, Venezuela. China y Rusia, enormes naciones, quieren que el resto del mundo aprenda a entender sus excesos y los dejen en paz con sus violaciones a los derechos humanos, como Estados Unidos. Tailandia ha desarrollado el turismo sexual al punto de tenerlo entre sus principales industrias, produciendo como resultado una liberalización y aceptación de los travestis. Allá hay baños exclusivos para los “ladyboys”, en Brasil el Estado subsidia las operaciones de cambio de sexo.

Yo creo que eso de la aldea global no es una cosa del futuro. En Singapur se está viviendo ya. En Nueva York también.