Lo que es noticia hoy y es historia en los textos es una azarosa obra de escoger un número insignificante de sucesos aislados entre un alud de acontecimientos y darle significancia atando fantásticos cabos. Tanto es lo que pasa desapercibido que no imaginamos las proporciones de nuestra propia ignorancia.
Paul Valéry en M. Téste ilustra con grandeza un aspecto del fenómeno del ego postmoderno que inspira este post. Los más grandes pensadores, filósofos, músicos, autores y cuanta categoría se nos ocurra, han pasado desapercibidos en la historia. Cuántas obras habrá escritas que nunca llenaron anaqueles y son igual o más grandiosas que
¿No sabemos nada en este, el mundo del azar? Pero quien juega a la ruleta en los casinos sabe de probabilidades, tiene una noción muy clara de sus opciones de triunfo. Hay unas hebras tras de todo. Hay quienes las ven y las usan; bien para ser tomados como uno de los elegidos en el alud de acontecimientos y figurar en este caos con ínfulas de orden; bien para influir profundamente y mantenerse en las sombras.
Asia crece y se llena de ricos. De rascacielos y cadenas de comida rápida. Crece, absorbiendo y desapareciendo aquello que se le interpone. ¿Hay control en ese crecimiento o es un camión sin frenos bajando la cuesta de una montaña? Hay quizás una ventaja que tiene la forma de pensar asiática sobre la occidental, ellos saben que saben muy poco. ¿Será la conciencia de la ignorancia realmente una ventaja? Sócrates murió por ello.
La razón es insuficiente cuando no se cuenta con la información necesaria para construir los silogismos que han de determinar nuestras acciones. Por eso no quiero ser racional sino volver a sentirme animal, olvidar que soy humano, usar los instintos con los que estoy armado, en la espera de que el óxido del desuso no los haya atrofiado. Quiero escapar del postmodernismo. Pero sé que en mi lucha por escapar terminaré corriendo directo hacia él. Esta paradoja me hace pensar que ignoro lo que quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario