viernes, 28 de marzo de 2008

Maletas

En este momento en que frente a la computadora tipeo las palabras que lees (momento distinto para ti, lector), debería más bien estar haciendo maletas. Mañana, a eso de las seis de la mañana, voy a manejar por unas cinco horas hasta una montaña en Vermont. Me voy a esquiar con la familia de mi esposa, que lo es mía también ahora. Para mí, que lo estoy escribiendo, suena terriblemente ridículo el “me voy a esquiar a Vermont”, pero claro, yo soy venezolano y esquiar es de ricos. Aquí en el noreste de USA lo hace todo el mundo, desde los aristócratas hasta las clases populares (bueno, no los que están recogiendo latas). De lo contrario yo, definitivamente, no lo podría hacer. Claro, es la una y media de la madrugada.

Pero esa no es la única maleta que debería estar haciendo. Llego el lunes de Vermont y el martes me voy a Venezuela. Empacar va a estar complicado pues voy a hacer un viaje con el que he estado soñando por años, escalar el Roraima Tepuy. En un grupo peligrosamente heterodoxo vamos a encaramarnos las vidas en los hombros y por siete días nos internaremos en la selva amazónica, a una región profundamente remota, que cuando era niño veía en los documentales de Expedición, la triple frontera Venezuela-Brasil-Guayana. Como puede suponerse, los equipos de alta montaña y selva lluviosa no son los mismos usados para acampar en Cuyagua o Cayo Sombrero.

Y sin embargo, tampoco se me acaban allí las maletas que debería estar haciendo en este momento. Casi inmediatamente después de regresar de Venezuela nos vamos a mudar, por lo que requerimos empacar bastante. Es una mudanza poco convencional, al otro lado del planeta, literalmente. Es decir, la diferencia horaria son doce horas. El sureste asiático será mi anfitrión por el próximo año.

Pero yo estoy aquí sentado, escribiendo este post.

2 comentarios:

PaoValdivieso dijo...

hombre que gusto haberte descubierto, un poco tarde peor te descubri jaja que bein que te vallas a relajar tomatelo con calma y disfrutalo que seguro tendras alado a un mujer adorada que te hara y la haras pasar un buen momento

Aprendíz de alquimista dijo...

Somos viajeros, y por más grande que sea la distancia física siempre habrá un viaje aún más colosal, el viaje interno.

Suerte trotamundos!, que la vida te siga mostrando cuán bella es y que la mente te lleve aún a rincones más hermosos.